El 14 de noviembre de 1922 nació Veronica Lake: la actriz más famosa de Hollywood en la década de los 40… muerta en el olvido, la miseria y el alcohol tres décadas más tarde, con sólo 50 años de edad. Su increíble vida incluye el desprecio de sus compañeros, la explosión de un barco, un vuelo en solitario de Los Ángeles a Nueva York, un cheque de Marlon Brando… y una «crisis de guerra» cuando el Gobierno de los Estados Unidos le pidió que cambiara de peinado por una cuestión «de interés nacional». Descubre, en esta líneas, la asombrosa historia de Veronica Lake.

Veronica Lake, la estrella del peinado «Peek-A-Boo»

Su nombre está hoy en día escondido entre la bruma, incluso en la memoria de los cinéfilos. Pero en los años 40, Veronica Lake fue tan famosa y tan taquillera que rodó 21 películas entre 1941 y 1949: a más de dos películas al año. Fue pareja de Alan Ladd en grandes hitos del género negro como «La dalia azul» o «El cuervo» (disponible en Filmin). Pero también brilló en la comedia con «Los viajes de Sullivan», «Me casé con una bruja» o «Detengan a esa rubia». Y fue un icono absoluto del estilo gracias a… su peinado.

Veronica Lake, con su corte de pelo "Peek-A-Boo".
Veronica Lake y su peinado «Peek-A-Boo».

Si Rita Hayworth era la «sex-symbol» pelirroja y Marilyn Monroe la rubia oxigenada, Veronica Lake fue la «femme fatale» del peinado «Peek-A-Boo». Así bautizaron a su corte de pelo, con media melena cayendo sobre su cara y tapándole un ojo. Fue un corte fruto de la casualidad: su cabellera era tan tupida y pesada que no había forma de dominarla, y le tapaba la cara de forma natural. Sus estilistas, haciendo de la necesidad virtud, vieron que ocultar su rostro con el pelo le daba «misterio», y convirtieron su peinado en su rasgo distintivo. Así surgió el corte «Peek-A-Boo»: expresión equivalente al «Cú cú», que usan los niños al jugar al escondite.

Jessica Rabbit, ilustre representante del peinado «Peek-A-Boo».

El peinado de Veronica Lake se hizo tan, pero tan popular, que empezaron a ser imitado por todas las chicas de Estados Unidos. Fue el mismo fenómeno que con el «Peinado Rachel» de Jennifer Aniston en «Friends», pero 50 años antes. Precisamente para evocar a Veronica, los dibujantes de «Quién engañó a Roger Rabbit» le pusieron ese mismo peinado a Jessica Rabbit (compendio-parodia de las «mujeres fatales» del cine de los años 40). Y por supuesto, Kim Basinger llevó un peinado «Peek-A-Boo» en «Los Ángeles Confidencial», donde Kim encarnaba a una prostituta que hacía negocio del hecho de parecerse a Veronica Lake.

Kim Basinger en «L.A. Confidential»: más guapa que Veronica Lake.

Así de famosa fue Veronica Lake: imitada en los 40, icónica todavía en los 80 y 90… centenaria en 2022. Y su peinado se hizo tan famoso ¡que se convirtió en un «casus belli», en la 2ª Guerra Mundial! Con el mundo entero batiéndose contra el fascismo, el gobierno de Estados Unidos juzgó necesario exhortar a la actriz para que cambiara de peinado, por una cuestión de «interés nacional». Pero, ¿qué ocurrió para que todo el ejército aliado estuviera pendiente del corte de pelo de una estrella de Hollywood?

Para comprenderlo hay que conocer antes, un poco mejor, la vida de Veronica: tan asombrosa como la de Gene Tierney y el virus que marcó su vida para siempre. Y es que Hollywood está lleno de historias más grandes que la vida… y la de Veronica Lake es una ellas.

Una chica de Brooklyn llamada Constance

Veronica Lake nació en el neoyorquino barrio de Brooklyn, con el poco cinematográfico nombre de Constance Francis Marie Ockleman. Su madre era ama de casa, y su padre, al que la niña estaba muy unida, era marino en buques petróliferos. Por desgracia, el señor Ockleman falleció trágicamente en una explosión fortuita en el buque en que trabajaba, cuando la niña tenía sólo 12 años de edad. El dolor por la pérdida marcó para siempre a la pequeña Constance. A la madre, no tanto: un año más tarde volvió a casarse.

Veronica Lake de niña en la playa.
La pequeña Veronica Lake, en la playa.

Su padrastro era un hombre de salud delicada, sobre todo desde que contrajo la tuberculosis. Buscando un clima propicio para su salud, la familia entera se mudó al pueblo de Saranac Lake, todavía en el estado de Nueva York, junto a las montañas Adirondacks y el lago Saranac (que da nombre al pueblo). Vivieron allí dos años, y la futura actriz siempre lo recordó como la etapa más feliz de su vida: subiendo montañas, trepando a los árboles, nadando en el lago, respirando aire puro. Precisamente por eso, adoptó más tarde «Lake» como apellido artístico, en recuerdo de su añorado Saranac Lake.

Saranac Lake, paraíso personal de Veronica Lake.
Saranac Lake, paraíso personal de Veronica Lake.

Tras su estancia en Saranac la familia volvió a mudarse, de nuevo por la salud del padrastro, esta vez a Florida. Allí fue donde la niña floreció, convirtiéndose en una guapísima adolescente de ojos azules, pelo rubio y 1’57. Nunca fue muy alta, y por eso la emparejarían en el cine con Alan Ladd, que sólo medía 1’68. Pero a la chica le sobraba belleza y atractivo. Por desgracia, eso fue casi lo único bueno que sacó de su adolescencia la futura actriz.

Veronica Lake con Alan Ladd: dos estrellas bajitas en el Hollywood clásico.
Veronica Lake y Alan Ladd: dos bajitos y un destino.

Con 16 años de edad y una conducta personal progresivamente errática y violenta, a la joven Constance Ockleman le diagnosticaron esquizofrenia paranoide. Como terapia se recomendaba ya entonces, entre otras cosas, hacer teatro (quizá por ser la interpretación una forma rápida y sencilla de escapar de uno mismo), y eso hicieron con Constance. Con la particularidad de que muy pronto, en los cursos de teatro, los profesores vieron talento, futuro y cualidades naturales en la niña. Apreciación que su madre cogió al vuelo, comprando enseguida billetes para Los Ángeles, para toda la familia.

A la madre de Constance, por desgracia, no la movía precisamente el amor a su hija… sino el amor al dinero que su hija podía ganar. Con fama de dominante y manipuladora, la madre presionó a la pequeña para abrirse paso en un negocio que era justo lo opuesto a lo que una adolescente esquizofrénic necesitaba. La forzó a presentarse a todos los castings, la obligó a sexualizar su aspecto. La «convenció» de que, llegado el caso, ofreciera sexo a los productores a cambio de un papel.

La joven Veronica Lake, sexy como pocas.
La joven Veronica Lake, sexy como pocas.

La niña, obediente, hizo caso a su madre… y el éxito le sonrió. Pero con el éxito y la fama llegó también el desprecio de la industria. Desprecio mutuo: la triunfante actriz odiaba Hollywood, y Hollywood la odiaba a ella.

Un fuerte aplauso para «Moronica» Lake

Tras rodar sólo tres películas con su verdadero nombre (y otras tres con presencias tan breves que ni siquiera fue acreditada) la chica adoptó ya para siempre el nombre de Veronica Lake. Y con ese nombre se convirtió en la Reina de la Taquilla, con el público enamorado de su aspecto misterioso, y de su misterioso peinado. Las chicas la imitaban, los hombres la deseaban… y sus compañeros la odiaban. Veronica estaba en Hollywood por el dinero (y por su madre) pero despreciaba la industria del cine y a quienes la manejaban. Y la chica de Saranac Lake se lo hacía saber a todo el mundo, a la menor oportunidad.

Era, ciertamente, caprichosa e indisciplinada en los rodajes. Llegaba tarde (o no llegaba), se comportaba como una diva y gritaba e insultaba a todo el mundo. No seguir tratamiento alguno para la esquizofrenia seguro que no ayudaba. Y ahogar su frustración y odio en el alcohol, al que se aficionó muy pronto, seguro que ayudaba todavía menos. Pero sus compañeros no entraron en esas «menudencias», y no tardaron en mostrar públicamente su desprecio hacia ella.

Poster de "Los viajes de Sullivan" con Veronica Lake.
Veronica Lake superstar, en el póster de «Los viajes de Sullivan».

«La vida es demasiado corta para trabajar dos veces con Veronica Lake», dijo Joel McCrea, su compañero de reparto en «Los viajes de Sullivan», cuando le propusieron rodar una segunda película con Veronica. Aún más lejos fue Fredrich March, coprotagonista de «Me casé con una bruja», cuando durante la propia promoción de la película le cambió el título «en broma», transformando «I married a witch» por «I married a bitch», en clara alusión a la actriz. Y el gran autor de novela negra Raymond Chandler, guionista de «La dalia azul», rebautizó a Veronica Lake como «Moronica Lake», haciendo un juego de palabras con la palabra inglesa «moron», que significa «imbécil».

Póster de "La dalia azul" con Alan Ladd y Veronica Lake.
Póster de «La dalia azul» con Alan Ladd y Veronica Lake.

Como suele pasar en Hollywood, todo esto les traía sin cuidado a los jefazos de la industria… mientras la actriz criticada diera dinero. Mientras sus películas fueran rentables, todo lo sería «perdonado»; cuando dejaran de serlo, portazo y a exprimir otra figura. Con lo que nadie contaba, entonces, era con la intromisión en su carrera ¡del ejército de los Estados Unidos!

El peinado de Veronica y la 2ª Guerra Mundial

El 7 de diciembre de 1941, la aviación japonesa bombardea la base naval estadounidense de Pearl Harbor y, en consecuencia, los Estados Unidos entran en la 2ª Guerra Mundial sumándose al bando aliado. Podría parecer el momento de preocuparse, solamente, de las cosas importantes. Pero en ese contexto, el gobierno USA decide sumar a sus preocupaciones una aparentemente banal: el peinado de Veronica Lake. Y es que, según algunos, ese peinado perjudicaba a la industria militar.

Veronica Lake peinándose.
Veronica Lake dando forma a su rasgo más distintivo: su peinado.

Hay que entender que, en aquel momento, con miles de hombres alistándose para ir al frente, la industria estadounidense (igual que la del mundo entero) cubrió los huecos que esos hombres dejaban en la industria, contratando a mujeres. Vetadas hasta entonces en ciertos puestos de trabajo, de repente fueron recibidas con los brazos abiertos (acabada la guerra se las «invitará» de nuevo a marcharse, pero esa es otra historia). Lo que nadie podía imaginar es que eso iba a ser un problema ¡para Veronica Lake!

Veronica Lake posa para la campaña contra su propio corte de pelo.
Veronica Lake contribuyendo al esfuerzo de guerra estadounidense.

Se dijo, entonces, que el peinado de Veronica era un peligro para las factorías militares porque a las chicas recién incorporadas a esas fábricas, con sus peinados «Peek-A-Boo» de imitación a la actriz, se les enganchaba el pelo en las máquinas con las que trabajaban. Hasta qué punto era una exageración o un problema real, es algo difícil (o imposible) de comprobar, hoy en día. Pero sí es cierto que, en su momento, se acusó a esos peinados de provocar accidentes que hacían parar las fábricas, ralentizando la producción y perjudicando al «esfuerzo de guerra».

Tan grande era la preocupación en torno a este asunto, que el propio gobierno estadounidenses divulgó un anuncio oficial pidiendo a las chicas que cambiaran de corte de pelo, porque el de Veronica, «apto para las pistas de baile», quizá no era el más apropiado para las fábricas. «En un mundo cambiante, un cambio de peinado es lo indicado», decía el anuncio… en el que colaboró, por cierto, la propia Veronica Lake. Aquí lo vemos:

El peinado de Veronica, una cuestión de interés nacional.

Así fue como Veronica Lake tuvo que renunciar al peinado «Peek-A-Boo». Por desgracia, eliminar el «misterio» de su rostro borró también el «misterio» en torno a la actriz: sin el peinado que se había convertido en su rasgo de identidad, su imagen pública perdió personalidad e interés. Su películas empezaron a rendir menos en taquilla. Su fama comenzó a evaporarse y otras nuevas «sex symbols» fueron ocupando su espacio en esa fábrica de carne que siempre ha sido Hollywood.

Y con su complicada conducta en los platós, su fama de «difícil» y el desprecio que le profesaban sus compañeros, Hollywood vio el momento de desprenderse de ella.

La caída en desgracia de Veronica Lake

Sin el peinado que la hizo famosa, y consecuentemente sustituida en los favores del público, la industria dejó de ofrecer a Veronica Lake los papeles de primer nivel. Mientras estaba todavía en el candelero, se casó con el decorador John Detlie, con el que tuvo 2 hijos, y luego con el director de cine André de Toth, con el que tuvo 2 hijos más. Y con el respaldo de su segundo esposo, artesano respetado en Hollywood, todavía pudo Veronica conseguir algunos papeles de cierta enjundia. Pero cuando el matrimonio se esfumó, se esfumó también, del todo, la carrera de la actriz.

Veronica Lake con André de Toth en su rancho.
Veronica Lake con André de Toth en su rancho.

Un hecho a tener en cuenta es que André y Veronica vivían a todo trapo… o, como suele decirse desde la crisis de 2008, vivían «por encima de sus posibilidades». Esas posibilidades eran muchas cuando ambos estaban en la cresta de la ola, pero la ola era apenas una mísera ondulación en el agua, en 1950. Aún así seguían frecuentando los mejores restaurantes, conduciendo los mejores coches, disfrutando con los lujos más caros y hasta con un avión privado, con el que ambos volaban a todas partes desde su rancho en las afueras de Los Ángeles. Y es que Veronica Lake, intrépida como la que más, había obtenido el carnet de piloto a mediados de los años 40.

Veronica Lake y André de Toth posan ante su avión.
Veronica Lake y André de Toth posan ante su avión.

Fue en ese contexto cuando, para sorpresa de Veronica, sus acreedores acudieron al rancho a expropiárselo, hacia el final de su matrimonio con André de Toth. La actriz y su esposo debían dinero a todo el mundo, incluida la madre de Veronica Lake. En su caso, por orden judicial: la madre de Veronica había demandado a su propia hija exigiéndole el pago de una pensión alimenticia.

Y es que la actriz, que nunca olvidó las presiones de su madre en su adolescencia, había roto todo contacto con ella al alcanzar la madurez. La madre, buscando nuevamente el dinero de su hija más que su amor, la demandó. Y los jueces, más atentos a la imagen pública de Veronica Lake como «femme fatale» que a la realidad de los hechos juzgados, dictaron sentencia a favor de la madre.

Veronica Lake, mujer fatal.
Veronica Lake, mujer fatal.

Así, la propia madre de Veronica Lake estaba entre las personas que iniciaron el proceso legal por el que la ya madura Veronica estaba a punto de ser expulsada de su propio rancho. ¿Y qué hizo la actriz en ese momento, sola en el rancho ante las autoridades fiscales? En un irracional arranque de orgullo, relacionado quizá con sus problemas mentales, la protagonista de «La dalia azul» huyó del rancho.

En un gesto propio de una de sus películas, se subió a su avión y lo pilotó ella misma desde Los Ángeles a Nueva York. Habría sido visto como un hito de la aviación, de no ser porque Veronica Lake subió a ese avión para escapar volando de la realidad.

Y entonces, emulando al mismísimo Keyser Söze, Veronica Lake… desapareció.

¿Dónde está Veronica?

Es la pregunta que muchos se hicieron, en los años 50. Tras su precipitado vuelo a Nueva York, la actriz anunció que dejaba el cine: un negocio que, en el fondo, siempre había despreciado. Dijo entonces que ceñiría su carrera al teatro y la televisión, donde podía explorar más a fondo sus verdaderas inquietudes artísticas. Pero el único fondo que exploró de verdad fue el fondo de la botella.

Veronica Lake, madura y alcoholizada.
Veronica Lake, madura y alcoholizada.

Ya bebía cuando era famosa, pero cuando la fama empezó a darle la espalda se convirtió en una verdadera alcohólica. Pasó por un tercer matrimonio, con otro decorador: Joseph Allen McCarthy. Pero este tercer enlace, como los dos anteriores, murió ahogado en alcohol. Y los trabajos televisivos de Veronica Lake, cada vez más fugaces, se desvanecieron por completo en 1954. La actriz, sencillamente, desapareció del mapa. Y lo más terrible es que nadie la echó de menos. Desde luego, no Raymond Chandler ni Fredrich March ni Joel McCrea. Pero tampoco sus propios hijos, con los que no guardaba ninguna relación.

Veronica Lake, en sus años mozos y en sus últimos años.
Veronica Lake, antes y después.

Nadie supo nada de ella hasta 1962. Aquel año, un periodista del «New York Times» se topó por casualidad con el reportaje de su vida. De copas una noche en la ciudad de los rascacielos, acabó en el bar de un hotel de medio pelo en el centro de Manhattan, entre Park Avenue y Madison Avenue. Allí le atendió una camarera de 40 años mal llevados por culpa del alcohol, que respondía al nombre de Connie. Al periodista le resultó familiar aquella cara, y le preguntó si siempre había sido camarera. «No», respondió ella, «antes fui estrella de cine». Esa «Connie» era Constance Marie Ockleman, alias Veronica Lake.

Artículo de prensa que resucitó fugazmente a Veronica Lake.
El artículo del «New York Times» que resucitó (fugazmente) a Veronica Lake.

Veronica Lake había envejecido 30 años en sólo 10. Su ascensión y caída era la historia perfecta para un periodista, y el reportaje del «New York Times» causó sensación. Veronica, por lo visto, malvivía con su verdadero nombre en el mismo hotel en el que la encontraron trabajando. Al conocerse su triste situación, muchos viejos fans le enviaron dinero…. y también algunas estrellas.

Veronica Lake, irreconocible, con menos de 50 años.
Veronica Lake, irreconocible, con menos de 50 años.

El mismísimo Marlon Brando, amante ocasional de Veronica cuando él era un galán emergente y ella una estrella en declive, le hizo llegar un cheque de 1.000 dólares (de 1962) para ayudarla. Ella, orgullosa, jamás cobró ese cheque: lo enmarcó y lo colgó en una pared de su casa, para enseñarlo a las visitas y presumir de su antiguo «romance» con Brando.

"Flesh Feast", la última película de Veronica Lake.
«Flesh Feast», la infame última película de Veronica Lake.

Con el «revival» de su carrera llegaron algunos nuevos contratos, fugaces apariciones en televisión, y una nueva película, que ella misma financió con el (poco) dinero que tenía en ese momento: una película de terror titulado «Flesh Feast»… que fue un desastre absoluto. Acabó exhibida en sesiones dobles y triples, junto a películas eróticas de bajo presupuesto con las que la emparentaba su «sugerente» título («El banquete de carne»). Y con ella, Veronica Lake se hundió por completo, esta vez de forma definitiva.

Ni siquiera descansó en paz

Veronica Lake murió el 7 de julio de 1973. Se había casado un año antes con un capitán de barco llamado Robert Carleton… que no estaba con ella cuando falleció. La desahuciada actriz se había lanzado ella sola, en coche, en un alcohólico viaje sin rumbo por la costa Este, que la llevó hasta el estado de Vermont, entre Nueva York y Canadá. Allí colapsó, mientras iba de bar en bar, y fue hospitalizada. Falleció sin que nada pudiera hacerse por su vida, con hepatitis, cirrosis e insuficiencia renal. Murió, en suma, por el alcohol. Tenía 50 años de edad.

Reseña de prensa sobre la muerte de Veronica Lake.
La muerte de Veronica Lake, una pequeña reseña de prensa.

A los pocos días de su muerte, la actriz fue incinerada. Pero nadie pagó la incineración hasta 1976, tres años después de su fallecimiento, tiempo en el que la urna con sus cenizas permaneció en el almacén de la funeraria. Nadie hasta entonces se interesó por ellas: ni su viudo, ni sus exmaridos, ni sus hijos, ni sus antiguos amantes. Se dijo entonces que, fuera quien fuese quien las adquirió, esas cenizas fueron esparcidas en las costas de Florida. Resultó ser falso: en 2004 la urna funeraria reapareció, debidamente documentada (y llena), en una tienda de antigüedades de Nueva York.

Veronica Lake, todavía en el estrellato.
Veronica Lake en el estrellato: quizá el más solitario y fugaz de los lugares.

Qué pasó finalmente con esas cenizas es hoy una incógnita. Un misterio más, en la interminable lista de sueños y pesadillas que conviven en Hollywood. No hubo, pues, descanso, ni siquiera más allá de la muerte, para una actriz tan famosa en su juventud que hasta el ejército estadounidense tomó cartas en cómo debía peinarse.

Pero sí hay una cosa que parece segura: si en algún sitio debían esparcir sus cenizas, era en el lago Saronac. El único lugar donde, una vez, hace mucho tiempo, Veronica Lake fue feliz.

Author

Dr. Rumack

Volando de cine en cine desde 1975, aterrizo en "Sesión Doble" con un doble objetivo: hablar de cine, y hablar de televisión. Disfruta con nosotros, opina lo que quieras y critica lo que te parezca: todo es bienvenido. Pero por favor: no me llames Shirley.

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